Olvídate por completo de la imagen de Mallorca que a veces nos ofrecen algunos telediarios: ese lugar donde miles de turistas concurren al mismo tiempo en sus playas e instalaciones. Hay otra Mallorca mucho más idílica -y real- pintada por pequeños y pintorescos parajes de auténtico sabor rural. En esta ocasión descubrimos lo mejor de Deià, y dejamos que nuestros sentidos disfruten y se dejen llevar por la esencia de uno de los pueblos más bonitos, no sólo de Mallorca, sino de toda España.
Situado en la costa oeste de la isla al abrigo de la montaña de la Sierra de Tramuntana, las coordenadas 39°45’00» N y 2°37’59» E nos llevarán hasta Deià, un sueño mediterráneo hecho villa. Bien en coche particular (trayecto que no durará más de 50 min por la Ma-10 desde la capital), bien en transporte público (la línea 210 de autobuses recorre los puntos más emblemáticos de la zona desde Palma) debes colocar este pueblo entre las visitas imprescindibles en Mallorca. Ojo si eliges tu propio vehículo para llegar porque aparcar allí en verano puede resultar un tanto complicado.
Deià es uno de esos lugares de las Islas Baleares que te dejarán boquiabierto. Gran parte de su belleza radica en su privilegiada ubicación, limitando con los también espectaculares pueblos de Sóller, Valldemossa y Buñola. Su nombre viene de ‘daia’ que significa aldea, y haciendo honor a él apenas tiene 800 habitantes censados. En época de dominación musulmana ya funcionaba un sofisticado sistema de riego y desagüe que aún hoy se utiliza, y en el siglo XIII se construyeron 3 monasterios católicos en sus alrededores, entre ellos el que Ramón Llull fundó en 1276. Tres siglos después, Felipe II le concedió la separación administrativa de Valldemossa.
A lo largo de la última centuria, Deià ha sido elegido como lugar de descanso y residencia de numerosos escritores, músicos y artistas. Su paisaje, repleto de olivos, encinas y cítricos ha sido fuente de inspiración para todos ellos. El aroma bohemio ha conquistado, entre otros, a Manuel de Falla, Santiago Rusiñol, Ulrich Leman, Mike Oldfield, Andrew Lloyd Webber, William Walder y al más ilustre de sus vecinos, Robert Graves, escritor que se inspiró en Deià para escribir el que fue su libro más famoso: ‘Yo, Claudio’. Su casa se puede visitar y en ella se conservan mobiliario, recuerdos personales, fotos y libros del literato, siendo además un buen ejemplo de lo que son las casas rurales mallorquinas.
Al estar enclavado en plena sierra y contar con un relieve accidentado, las rutas de senderismo en Deià son especialmente recomendadas por esta zona: la senda que lleva hasta el Monasterio de Miramar y la que acaba en Sa Foradada -una pintoresca península con un espectacular mirador- son especialmente recomendables. Los trazados de carreteras y pistas que abundan en sus alrededores la convierten también un enclave ideal para los amantes de la bicicleta.
Y si las excursiones nos despiertan el apetito, la propuesta de restauración es, simplemente, excepcional. S’Hortet (para disfrutar con los mejores productos de la huerta mallorquina); Sebastián (y esa deliciosa fusión mediterránea y asiática); C’as Patró March (más informal que los antes citados); o Xelini (con una terraza espectacular para comer de picoteo). Para hacer un alto en el camino y tomar un tentempié: el Café Miró (desde donde contemplar la belleza extrema de la isla) o el Café Sa Fonda (con música en vivo). Y después de la degustación de productos locales pasamos a la compra de los mismos; en Es Forn, una tienda gourmet situada en el corazón del pueblo, podrás adquirir los mejores souvenirs gastronómicos.
Uno de los reclamos culturales de la localidad es el Deià International Music Festival, que en 2018 ha celebrado su 40 edición confirmándose como una de las mejores propuestas de toda la isla para disfrutar de música clásica en directo. Es precisamente en Son Marroig (la enorme finca-palacete donde el archiduque Luis Salvador pasó sus días luchando por conservar la historia local) donde se celebran los conciertos de este evento. Otro de los lugares imprescindible en tu álbum de fotos a tu paso por Deià es la Iglesia de San Juan Bautista, situada en la zona más alta del pueblo, y uno de los mejores rincones para hacerse un bonito selfie. También se puede echar la vista atrás y admirar el rico pasado prehistórico de la zona en el Museo Arqueológico de Deià.
No podíamos terminar nuestro paseo por esta singular villa sin asomarnos, una vez más, a ese Mar Mediterráneo que tanto nos gusta. Cala Deià (a sólo 5 kilómetros del centro del pueblo) es una cala rocosa de aguas turquesas donde pasar horas disfrutando de las bondades del agua, y Lluc Alcari, una playa algo más alejada de Deià a la que sólo se puede acceder a pie o en barco. Ambas referencias te garantizarán un refrescante y envidiable chapuzón.
Con todo esto, Deià es un auténtico oasis de relajación donde se combinan a la perfección el entorno rural, la artesanía y las artes plásticas con ese turismo que busca lugares donde reine la paz. ¿Preparado para desconectar en uno de los pueblos más bonitos de Mallorca?