Corría el mes de junio del año 2.011 cuando la Unesco declaró la Sierra de Tramuntana como Patrimonio Mundial en la categoría de Paisaje Cultural. En un claro ejemplo de que el hombre y la naturaleza pueden cohabitar en total armonía, este macizo montañoso ha sido testigo de las hazañas de Jaume I y Ramón Llull, y fuente de inspiración para genios de la música como Federico Chopin o la escritora George Sand. A continuación, realizaremos un recorrido por los kilómetros más interesantes de esta joya de la naturaleza.
Una breve introducción geográfica
La Sierra de Tramuntana es un eje que vertebra la costa noroccidental de la isla de Mallorca a lo largo de 90 kilómetros, con un ancho máximo de 15km. Calviá, Pollença y Escorca son sus principales municipios, pero son un total de 20 los pueblos que el visitante puede encontrar al recorrer este bello paraje natural. En sus más de 63.000 hectáreas de superficie (más de 1.000 de ellas marinas) se sitúa el pico más alto de Mallorca, el Puig Mayor (de 1.443m de altitud), destacando también el Puig de Massanell (1.348m), la Serra d’Alfábia (1.069m), el Teix (1.064m) y el Galatzó (1.026m).
Sobre pueblos y sus tradiciones
Sóller, Deiá y Valldemossa forman el ‘Triángulo de Oro’ de la Sierra de Tramuntana. Residencia de artistas y creadores, la belleza de estos pueblos ha encandilado a lo largo de los siglos a cualquier visitante que por allí se haya acercado, apareciendo también con frecuencia en las listas de los pueblos más bonitos de toda España. Menos conocidos, pero también con mucho encanto (y quizá mucho menos masificados durante los intensos veranos mallorquines), encontramos en nuestro camino pueblos costeros como Estellencs, Sant Elm o Banyalbufar, o villas del interior con carácter y fuerte personalidad como Llull, Fornalutx o Esporles. Estos municipios han creado a través de los tiempos un patrimonio cultural y festivo muy amplio, con fiestas -tanto paganas como religiosas- entre las que destacan las espectaculares batallas de moros y cristianos de Pollença y Sóller y la singularidad del Cant de la Sibil·la.
El inmenso amor que los habitantes muestran a su tierra no sólo se ve reflejado en las tradiciones transmitidas de generación en generación a la hora de producir vino, aceite, aceitunas, sobrasada, ensaimada o tomate de ramallet, sino también a la hora de confeccionar bordados mallorquines, telas de llengos, madera de olivo, alfarería, cestería, arte en vidrio o hierro forjado.
Para aventureros sobre dos ruedas
La comunicación entre todos estos pueblos serranos puede realizarse bien en coche, bien en transporte público; pero sin lugar a duda este espacio natural protegido -el más extenso de todas las Islas Baleares- ofrece un paisaje de contrastes que puede ser percibido con mayor esplendor desde la libertad que ofrece una motocicleta. Y es que Mallorca está hecha para moteros, como así lo demuestran las rutas que se pueden hacer por la Sierra de Tramuntana. Imprescindible para los más arriesgados un descenso a Sa Calobra cargando de adrenalina cada una de las curvas que la recorren.
También, en los últimos años, la isla se ha convertido en uno de los templos del cicloturismo a nivel mundial. Por su orografía y también por su clima, los trazados que por estas tierras encontrará el ciclista son inmejorables, tanto en su versión más montañera (rutas en mountain bike) como para los amantes de las bicis de toda la vida.
Para deportistas sin motor
El paisaje de la sierra está formado por senderos, caminos, bancales, torrentes y paredes de piedra en seco, una huella humana que se ha integrado en la naturaleza a la perfección. La obra de ‘pedra en sec’ es una técnica constructiva que ha servido para ampliar cultivos y mejorar así las cosechas aprovechando el agua irregular que recibe la Sierra de Tramuntana. Es por ello que la Ruta de Pedra en Sec (GR 221) propone descubrir estos paisajes y al tiempo visitar interesantes vestigios históricos para empaparse con las tradiciones, arquitectura, costumbres, gastronomía y artesanía de este lugar tan privilegiado de la geografía isleña.
No queríamos dejar esta preciosa sierra mallorquina sin mencionar a los aficionados del Nordic Walking, ya que allí se encontrarán con algunos de los mejores caminos para recorrer de toda la isla. Algunos de ellos son el Barranco de Biniaraix, el Camí Vell de Lluc, el Camí de Sa Figuera o Sa Travessa, una actividad deportiva que consiste en recorrer más de 100 kilómetros de terreno montañoso en los días que cada uno se marque en su cuaderno de ruta.
Si la isla de Mallorca tiene capacidad para ofrecer mucho en muy poco espacio, esta premisa cobra aún más sentido en la Sierra de Tramuntana ya que en tan sólo 90 kilómetros nos dejaremos seducir por ricas recetas tradicionales, pueblos de ensueño, por altas montañas que se asoman al mar y por sus calas de cristalinas aguas que, junto a vertiginosos acantilados, constituyen un destino turístico de primer orden.